miércoles, 8 de mayo de 2013

A veces una vieja estación deja de serlo y es un precioso lugar.
 A veces una sencilla comida servida sin mantel, es un sofisticado manjar lleno de glamour. 
A veces un parque es una ola azul donde sumergirnos entre risas. 
A veces nada es lo que parece. 
Somos nosotros los que dotamos de magia y vida los momentos.
Somos nosotros los que nos entregamos en una sonrisa, en una mirada, en un silencio, en un abrazo, los que nos dejamos sorprender y sorprendemos, los que nos dejamos descubrir y descubrimos, somos nosotros los de siempre y los que acabamos de nacer, los que encerramos toda la sabiduría del mundo y toda su ingenuidad, y yo me siento feliz por tan bella entrega.
Sentir, sentir, sentir, sin miedo, porque el miedo se fue al sentirse derrotado tal y como la vida le enseñó, y algunos guerreros valientes somos capaces de ganarle cuando él ya sueña en la victoria.
Con los ojos abiertos, con la sonrisa abierta, con la piel abierta, con el corazón y el alma bailando en una balada donde la música no necesita de violines para sonar sublime en nuestros oídos y donde ni siquiera se necesita seguir el ritmo para sentir que estas bailando con el alma entre los brazos.
A veces solo a veces la realidad puede ser más bella que lo imaginado y entonces rompes el silencio sin necesidad de palabras y sigues sonriendo y bailando sin moverte del sitio y sientes y sentir te hace feliz..
 Y echas de menos un abrazo y un beso incluso antes de que se hayan separado de tu piel.
Y sabes que la vida puede estar llena de momentos perfectos solo tienes que dejarte fluir solo eso.

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