Carta de la chica con el corazón roto. ¡LÉANLA!
“No fue más que un momento de ansiedad, de esos en los que quería hacer algo, correr, reír o abrazar a alguien.
Corría muy rápido, sólo para verlo, besarlo y sonreír como siempre lo
hacíamos. Había decido comprarle unos malvaviscos, los cuales son sus
favoritos, ya que no había nada mejor que consentirlo, y a mí me
encantaba hacerlo.
Llegando al parque me encontré con un amigo, el cual me miraba con
una cara extraña, algo me decía que era de miedo, o que por lo menos me
estaba ocultando algo.
Hice caso omiso, y continué, no había nada que me impidiera verlo y
darle sus golosinas. Pero en este momento, mientras escribo esto, me doy
cuenta que nunca debí tener tantas ganas de verlo, o mejor dicho, nunca
debí haberlo conocido.
Supongo que la gente se cansa de lo mismo, se aburre de la felicidad o
simplemente les agrada el masoquismo. Yo no podría decir que no fui
feliz con él, pero eso que me hizo, al simplemente estar tomado de la
mano con esa chica, y dándole besitos en sus mejillas y en sus labios
color rosa; me hicieron sentir la porquería más horrible del mundo, lo
más insignificante e invisible del universo entero.
No sólo me siento mal por todo esto, sino también, porque mi “amigo”,
no resultó ser más que un hipócrita, ya que en ese momento debió
detenerme, decirme lo que estaba haciendo el amor de mi vida con el amor
de su vida, y así me ahorraba la sorpresa. Pero todo en esta vida es
así: llega para irse. Como un respiro, un parpadeo, una hoja de un
hermoso árbol en el otoño, o una ola en el precioso mar azul”.
-Para: El viento.
-De: La chica con el corazón roto.
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