lunes, 17 de junio de 2013

Carta de la chica con el corazón roto. ¡LÉANLA!
“No fue más que un momento de ansiedad, de esos en los que quería hacer algo, correr, reír o abrazar a alguien.
Corría muy rápido, sólo para verlo, besarlo y sonreír como siempre lo hacíamos. Había decido comprarle unos malvaviscos, los cuales son sus favoritos, ya que no había nada mejor que consentirlo, y a mí me encantaba hacerlo.
Llegando al parque me encontré con un amigo, el cual me miraba con una cara extraña, algo me decía que era de miedo, o que por lo menos me estaba ocultando algo.
Hice caso omiso, y continué, no había nada que me impidiera verlo y darle sus golosinas. Pero en este momento, mientras escribo esto, me doy cuenta que nunca debí tener tantas ganas de verlo, o mejor dicho, nunca debí haberlo conocido.
Supongo que la gente se cansa de lo mismo, se aburre de la felicidad o simplemente les agrada el masoquismo. Yo no podría decir que no fui feliz con él, pero eso que me hizo, al simplemente estar tomado de la mano con esa chica, y dándole besitos en sus mejillas y en sus labios color rosa; me hicieron sentir la porquería más horrible del mundo, lo más insignificante e invisible del universo entero.
No sólo me siento mal por todo esto, sino también, porque mi “amigo”, no resultó ser más que un hipócrita, ya que en ese momento debió detenerme, decirme lo que estaba haciendo el amor de mi vida con el amor de su vida, y así me ahorraba la sorpresa. Pero todo en esta vida es así: llega para irse. Como un respiro, un parpadeo, una hoja de un hermoso árbol en el otoño, o una ola en el precioso mar azul”.
-Para: El viento.
-De: La chica con el corazón roto.

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